jueves, 13 de junio de 2013

84.5 El cerebro (humano) está dejando de ser un Quiste, algo aparentemente aislado del cuerpo y del mundo. "Un Quiste de Lujo" podríamos decir, pues el cerebro (humano! por supuesto!) era considerado como el centro, el altar, lo más sublime, de la creación. Y en realidad, cuando un neurocientífico habla en esos términos tan platónicos e idealistas, es porque su propio cerebro ha perdido buena parte de su contacto con la realidad, más allá del cerebro (izquierdo), con el cuerpo, y con el ecosistema, que incluye a todos los cuerpos y todos los cerebros. El solipsismo tan rampante que observamos, ya cada vez menos, en las neurociencias centradas en el cerebro, es fruto de científicos cuyos cerebros estaban igualmente alejados de la realidad y del mundo en su pensar, hablar, leer, escribir y actuar.

84.6 Así, la "cerebrización" de la sociedad culta, a través de la idolatría de determinados centros (de poder), como el cerebro, o el ADN, indudablemente ha actuado como un dispersante, provocando que buena parte de la atención, de la sociedad culta, se centre principalmente en ellos, disminuyendo así las posibilidades de pensar de otra manera, de otras cosas, como el cuerpo, o los ecosistemas, que así pierden relevancia, convergiéndose en un reduccionismo tan peligroso, que condujo a un siglo XX marcado por los fascismos, y que provocaron una reacción radical por parte de Husserl y de la Fenomenología, aportando las bases de análisis y de superación del Conductismo y del representacionismo.

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